Texto 5 de El Jugador


-Oui, madame -confirmô Des Grieux- et croyez je suis si enchanté.. votre santé.. c'est un miracle... vous voir ici, une surprise charmante...
-Sí, sí, charmante. Ya te conozco, farsante, ¡No me fío de ti ni tanto así! -y le enseñaba el dedo meñique-. Y ésta, ¿quién es? -dijo volviéndose y señalando a mile. Blanche. La llamativa francesa, en traje de amazona y con el látigo en la mano, evidentemente la impresionó-. ¿Es de aquí?
-Es mademoiselle Blanche de Cominges y ésta es su madre, madame de Cominges. Se hospedan en este hotel -dije yo.
-¿Está casada la hija? -preguntó la abuela sin pararse en barras.
-Mademoiselle de Cominges es soltera -respondí lo más cortésmente posible y, de propósito, a media voz,
-¿Es alegre?
Yo no alcancé a entender la pregunta.
-¿No se aburre uno con ella? ¿Entiende el ruso? Porque cuando Des Grieux estuvo con nosotros en Moscú llegó a chapurrearlo un poco.
Le expliqué que mlle. de Cominges no había estado nunca en Rusia.
-Bonjour! -dijo la abuela encarándose bruscamente con mlle. Blanche.
-Bonjour, madame! -Mlle. Blanche, con elegancia y ceremonia, hizo una leve reverencia. Bajo la desusada modestia y cortesía se apresuró a manifestar, con toda la expresión de su rostro y figura, el asombro extraordinario que le causaba una pregunta tan extraña y un comportamiento semejante.
-¡Ah, ha bajado los ojos, es amanerada y artificiosa! Ya se ve qué clase de pájaro es: una actriz de ésas.