Texto de La metamorfosis para comentario

TEXTO 14
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un
sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un
monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en
forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre
abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco,
sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a
punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente
pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban
desamparadas ante los ojos.
«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.
No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si
bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes
harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraba
extendido un muestrario de paños desempaquetados -Samsa era
viajante de comercio-, estaba colgado aquel cuadro que hacía poco
había recortado de una revista y había colocado en un bonito marco
dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una
boa de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba hacia el
observador un pesado manguito de piel